domingo, 31 de marzo de 2019

¿QUÉ ESCONDES?


 
Qué escondes tras esa sonrisa de Mona Lisa, no lo se, tal vez mil deseos apasionados que pasan por tu mente; qué escondes en tu dulce voz: me pones a soñar, serán sentimientos locos, que tienes hacia mí, pero que temes demostrar. Qué escondes en tus ojos celestiales, serán aquellas ilusiones que tienes por cumplir. En realidad, no lo se, pero lo que si te puedo decir, es lo que esconde mi corazón, un amor ardiente como el fuego, que se mantiene vivo, como una vela; un amor, que espera encontrar la persona indicada. ¿Serás tú?

Corrupto

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sábado, 18 de junio de 2016

La Marca del Espectro



Desmond jamás había buscado honor ni la más mínima gota de gloria, y sabía muy bien que jamás podría aspirar a ello, pero igual no le importaba, era feliz en su aldea, además el arduo trabajo como el hijo del mercader le mantenía lo suficientemente ocupado. Sin embargo todo cambiaria aquella noche, cuando al fragor del shofar, y el fuego de las antorchas, su pueblo fue azotado por una horda bárbara con sed de sangre, la gente guitaba aterrorizada, suplicando por su vida, la sangre de los inocentes manchando las tierras y los gritos casi endemoniados de los barbaros con cada muerte; al amanecer aquello parecía un pueblo fantasma, aquel muchacho había sido el único sobreviviente, atrás había quedado aquel muchacho que alguna vez fue. Solo y abandonado, camino durante años totalmente a la deriva, torturado por los gritos de su pueblo suplicando ayuda, cada vez más al borde de la muerte y de la locura.
Una noche mientras deambulaba por el bosque buscando comida se encontró un peculiar anciano, llevaba la piel de un lobo negro sobre sus hombros, y una armadura de cuero tachonado, al igual que un viejo bastón
-       ¿Estás perdido, muchacho? -
Sin embargo aquel joven simplemente había quedado anonadado con su apariencia, aun así no podía evitar presentir algo extraño con respecto a aquel hombre.
-       Este es un lugar peligroso… según dicen en este lugar viven toda clase de monstruos -
Al oírle aquel hombre simplemente se hecho a reír mientras le decía
-       No seas tonto muchacho, a poco crees en ese tipo de desvaríos -
Aquel joven sencillamente no sabía que pensar, no obstante desenvainando una vieja espada que le había dado su padre antes de morir, y elevándola al cielo le dijo
-       No importa si creo o no, al final los verdaderos monstruos no se encuentran en bosques ni cuevas, sino en castillos y palacios escondiéndose como ratas… -
En ese momento aquel anciano le interrumpió diciéndole, con una sonrisa en su rostro
-       Eres muy valiente, pero no tienes ni idea de lo que dices -
-       ¡Pruébame! -
Ante sus palabras, aquel anciano saco de sus prendas un viejo y arrugado pergamino y entregándoselo a aquel muchacho le dijo
-       ¡Tal vez puedas ayudarme con un pequeño trabajo! -
Acto seguido tan solo desapareció entre la niebla.
Durante los tres años siguientes aquel muchacho viajo por todo el continente, enfrentando en su camino centenares de criaturas de las que solo había oído en leyendas, enfrento gigantes, sobrevivió al canto de las sirenas, lucho contra banshees e interminable cantidad de peligros a los que ningún mortal se atrevería a enfrentar, mientras uno a uno conseguía los fragmentos de un extraño orbe.
Sin embargo al llegar a Volscii no tenía ni idea de lo que encontraría allí, todo lo que quedaba de la ciudad de Antium había sido reducido a cenizas y sus costas, ahora mares de sangre y cadáveres; aquel paraje solo le recordaba una cosa, aquel negro día en que toda su desgracia había comenzado. En ese momento de lo alto de aquella ciudad se escuchó el grito de ayuda de una mujer; aquel joven al escucharla acudió en su ayuda, no obstante en ese momento de la tierra emergió un ejército de muertos, armados con escudos y espadas, mas él se encontraba acostumbrado a este tipo de cosas y desenvainando su espada se dispuso a enfrentarles, aquel ejercito era fiero, pero él se las arregló para abrirse paso hasta el palacio.
Una vez adentro aquel muchacho no pudo contener su fascinación, era un lugar realmente digno de un rey, pisos de mármol, estatuas de marfil, sin embargo nada le impresionaba más que aquel trono de marfil y a su costado un par de caballos de bronce.
-       ¿Impresionado? -
Aquel joven al escuchar aquella voz pudo reconocerle en seguida, era aquel anciano que había conocido alguna vez en el bosque, y a su lado un hermosa mujer, su cabellera era larga y dorada como el sol, sus ojos tan negros que fácilmente pudiese perderse en ellos, y aunque denotaba un aspecto un poco reservado, algo en ella termino cautivándole.
-       ¿Qué haces?, sal de aquí -  le gritaba ella
No obstante al escucharle, aquel anciano simplemente la arrojo contra una columna mientras reclamaba su trono y con sus ojos furtivos como de cuervo, clavados sobre aquel muchacho le dijo
-       ¡Que grata sorpresa… supuse que ya estarías muerto! -
-       Lamento decepcionarte -
-       ¿La tienes contigo, no? -
-       ¿Por qué te interesaría un montón piezas sin valor como esas? -
Él sin embargo tan solo se hecho a reír, mientras levantándose de su trono y acercándosele lentamente le decía
-       Veo que sigues siendo tan incrédulo como siempre, muchacho… -
-       … donde tú ves solo un montón de piezas inservibles, yo veo más allá… -
-       ¡Ilústrame! -
-       … una llave… -
-       ¿Una llave?, ya veo que no eres más que un desquiciado al que el poder se le subió a la cabeza -
En ese momento aquel anciano se abalanzándosele encima le agarrando con una fuerza inhumana contra una columna mientras le susurraba al oído
-       Mira al suelo y dime que ves -
Tenía razón, aquel joven no lo había notado, más pese a tener delante un anciano, su reflejo denotaba un aspecto totalmente sombrío, tenía un par de grandes alas negras, sus manos eran huesudas, largas y con filosas salientes, y su rostro se encontraba cubierto por una máscara de hierro que únicamente dejaba entrever sus largos y filosos colmillos manchados de sangre.
-       ¿Qué… eres tú? -
-       Ya deberías saberlo -
-       ¡Mons…tru…o! -
En ese momento una siniestra sonrisa se vislumbró en su rostro, se le acerco y susurrándole al oído le dijo
-       Deberías sentirte honrado, aún tengo una última tarea para ti -
-       Ni creas, no tengo ninguna intención de ayudarte -
-       Prefiero que me mates ahora mismo -
-       Tal vez deberías pensar mejor las cosas… -
A medida que haciendo alarde de su fuerza le golpeaba contra aquella columna, y con su otra mano parecía llamar a aquella hermosa mujer por medio de sus trucos viles; aquella mujer inútilmente intentaba luchar, pero casi parecía como si se encontrase hechizada. Una vez le tuvo lo bastante cerca la agarró del cuello y levantándola por sobre el suelo le dijo
-       ¿Estarías dispuesto a dejarle morir? -
-       ¿Acaso estas preparado para cargar con su muerte? -
-       ¡RESPONDE! -
Aquel joven permaneció en silencio unos instantes con su cabeza clavada en el suelo, como si se tratase de un cadáver. Al final tan solo dijo
-       Tú ganas, ¿Qué quieres? -  
-       No te preocupes es algo sin importancia… necesito que vayas a la Montaña Negra antes del anochecer
-       ¿Qué hay allí?
-       No te preocupes, una vez allí lo descubrirás
A medida que le lanzaba fuera de aquel castillo, y a los gritos de terror de aquella damisela. Aquel joven nunca se había llegado a considerar un héroe ni mucho menos, de eso estaba seguro a medida que atravesaba los gigantescos muros que rodeaban la ciudad, más se encontraba dispuesto a rescatar a aquella mujer, aun si eso significaba ir a los mismísimos infiernos de ser necesario. Casi un día de viaje había llegado al bosque, el mismo bosque en el que había conocido por primera vez a aquel hombre tras la muerte de sus padres. No obstante en ese momento aquel extraño orbe comenzó a brillar intensamente, mientras se le venían a la mente indescriptibles imágenes de una cámara dorada, un árbol y un espectro cubierto de llamas negras; sin embargo pese a todo ello pudo notar una extraña presencia y sacando su espada grito
-       Sal de ahí -
Era una mujer, estaba totalmente desalmada, sus ropajes eran viejos y descuidados, y sus manos y pies se encontraban descubiertos
-       ¿Quién eres tú? -
-       Vine a ayudarte -
-       No eres la primera que me lo dices, ¿Por qué tendría que creerte? -
Ella simplemente descorriendo aquel velo y dejando entrever sus lacios cabellos blancos, adornados con una corona de flores y con sus ojos verdes le dijo
-       ¿Por qué yo creo en ti? -
-       ¿Qué dijiste? -
-       Sabes muy bien lo que dije, Desmond -
Sentándose sobre el tronco de un árbol
-       ¿Cómo sabes mi nombre?, ¿Quién eres en realidad? -
-       Ya te lo dije, vine a ayudarte -
-       ¿Y cómo planeas ayudarme, si se puede saber? -
-       ¡El orbe! -
-       ¿El orbe? -
-       Ese orbe no es lo que piensas, intentas manejar fuerzas fuera de tu comprensión, dame el orbe… no tienes idea de lo que te aguardara al final de ese viaje -
-       Lo siento, no puedo -
Mientras intentaba ocultar aquel orbe de los ojos de aquella extraña mujer, ella levantándose de aquel árbol se le acerco y abrazándole le susurró al oído
-       Lo siento, no me gusta dar malas noticias… pero no podrás salvarla -
Él consternado por las palabras de aquella mujer le aparto a un lado mientras eufórico le decía
-       ¿Quién eres tú para decir eso? -
-       Lamento decírtelo, pero el destino está escrito, no importa lo que hagas… no podrás salvarla -
-       Yo escribo mi propio destino, siempre lo he hecho -
Mas ella simplemente se hecho a reír ante sus palabras, y sacando una espada dorada de sus ropajes se la entrego diciéndole
-       Necesitaras esto, no tienes mucho tiempo -
Y en un segundo aquella extraña mujer no era más que un fantasma entre la neblina. No obstante pese a su advertencia él continuo decidido con su viaje, y tras un poco de esfuerzo consiguió llegar hasta la cima de la imponente montaña, aguardando que algo sucediese, pero nada ocurría, espero y espero, mientras el cielo se oscurecía cada vez más, sin embargo todo se encontraba totalmente en calma. No obstante cuando aquel joven comenzaba a sumirse en sus sueños, una extraña luz azulada le despertó casi al instante, mientras todo a su alrededor retumbaba y su visión comenzaba a nublarse; en un momento todo se tornó en aquella extraña luz azulada tan brillante y enceguecedora, mientras se extendía a su alrededor un pantanoso y desértico paraje, repleto ídolos de piedra, castillos en ruinas y los restos de miles de soldados caídos sobresaliendo de las negras aguas. A medida que avanzaba por tan nefasto lugar, de entre la espesura del bosque podía escuchar los lamentos de los condenados suplicando por ayuda; sin embargo, con cada paso la luz de aquel orbe se hacía cada vez más brillante mientras le dirigía hasta una vieja catedral; era un lugar más grande de lo que hubiese imaginado, sus muros estaban adornados con extraños y fascinantes grabados rupestres, el techo se encontraba lleno de agujeros por los que fácilmente llegaban unos tenues rayos de luz, y en cuanto al suelo, aunque de mármol estaba repleto de polvo y escombros, más una buena parte se encontraba cubierto de musgo, flores y enredaderas que llegaban hasta los muros, así como unos leves destellos revoloteando en el aire, y aunque no lo hubiese creído eran pequeñas y juguetonas hadas.
De pronto el suelo a sus pies comenzó a crujir con ferocidad y antes de que pudiese siquiera considerar escapar, se vio cayendo a las tenebrosas y escabrosas profundidades del averno; más para su suerte, un lago subterráneo aguardo su caída. Una vez hubo recuperado la conciencia, pudo divisar un rostro familiar y cálido, era ella, aquella joven del castillo… al verla inmediatamente se levantó un poco desorientado, mas eso no evito que la abrazara entre sus brazos, sin embargo aquella joven no pudo evitar sentirse algo confundida mientras le decía
-       ¿Estás bien, parece que hubieras visto un fantasma? -
-       No lo tomes a mal, pero ha pasado algún tiempo desde la última vez que pude apreciar tu singular belleza… sin el peligro constante de la muerte esperándome -
Aquella joven un poco avergonzada por sus palabras le alejo de si, mientras con sonrisas intentaba disimular sus deseos
-       No quisiera ser descortés, pero creo que aún no conozco su nombre… me llamo Desmond -
-       Eva… Evangeline… -
-       Es un lindo nombre -
-       Gracias -
-       Evangeline, ¿Puedes decirme como llegaste aquí? -
-       Lo siento, no puedo recordarlo… -
-       … en un momento me encontraba en los calabozos, y al siguiente me encontraba en esta cueva subterránea y de pronto apareciste tú… -
-       … aunque mientras investigaba esta cueva, encontré una sala, pero debo decir que las puertas se encontraban cerradas, como si no se hubiesen abierto en siglos -
-       ¿Puedes llevarme hasta allí? -
-       Claro -
Y ambos caminaron por un estrecho camino de piedra que parecía interminable mientras dejaban atrás aquel lago; al final de la escalera encontraron una enorme puerta de piedra tal como ella le había dicho, aquel joven intento empujarla mas no tuvo resultado alguno, no obstante tras detallar un poco, pudo notar que sobre la puerta estaba pintado un curioso árbol con una espada justo en su centro, aquel joven saco el orbe y colocándolo en el centro del árbol, pudo observar como aquella espada comenzaba a moverse de arriba abajo, tal y como si estuviese cortando aquella pared, y en un segundo las puertas estuvieron abiertas revelando un enorme salón; era bastante amplio y en el centro una plataforma rodeada de una serie de anillos dorados, y justo en el centro de este había un interruptor e intuyeron que esa era la salida. Sin embargo una vez las puertas a sus espaldas se hubieron cerrado, el suelo a sus pies comenzó a derrumbarse revelando un mar de fuego subiendo poco a poco.
-       Tenemos que movernos -
-       ¿A dónde? -   
-       Hacia ese interruptor, es nuestra única salida -
-       Ve tu adelante, yo te cubro -
Sin embargo la única forma de llegar allí era un inestable camino de roca, además de que no les quedaba mucho tiempo, aquella lava subía bastante rápido y debían moverse cuanto antes, más cada paso que daban parecía ser el último mientras poco a poco su camino parecía desmoronarse justo frente a sus ojos
-       Evangeline, ¿Puedo preguntarte? -
-       No creo que sea un buen momento -
-       Es algo importante -
-       ¿De qué se trata? -
-       Háblame del rey… demonio… lo que sea él -
-       No siempre fue un demonio como lo describes, antes era un simple rey amado e idolatrado… -
-       ¿Qué paso con él? -
-       … lo que le pasa a todo rey, la avaricia y la codicia se adueñaron de su corazón, con el tiempo comenzó a atacar las aldeas cercanas simplemente por sus riquezas, y con el tiempo su deseo fue tanto que incluso concibió utilizar la magia oscura a fin de alcanzar la inmortalidad, muchos intentaron hacerle entrar en razón más todo el que intentaba disuadirle terminaba muerto… hasta que al final solo quede yo -
-       Lo siento, no era mi intención -
-       No te preocupes -
Mientras una enorme roca del techo destruía el camino recorrido y otra amenazaba con separarles, sin embargo apenas pudo esquivarle, más aquel camino no duraría mucho, el techo y las columnas a su alrededor comenzaba a desplomarse ante sus ojos, y viéndose atrapado al borde de una caída mortal
-       Aun puedes salir de aquí, no era mi intención ponerte en peligro -
-       No te dejare, aun puedes salir de aquí -
-       Ya no hay nada que puedas hacer, este lugar estará inundado de lava en segundos… no pierdas el tiempo y vete -
-       Tendrás que saltar -
-       Espero que no hables en serio -
-       Solo caería al vacío y moriría -
-       Solo confía en mi -
Sin embargo en ese momento los cimientos bajo sus pies comenzaban a ceder, mientras aquel rio de lava se encontraba prácticamente sobre sus pies, tanto que casi podía sentirlo, y sin ninguna esperanza cerró los ojos y se lanzó al vacío, como un hombre que ha aceptado su propia muerte. Más al abrir los ojos para su sorpresa, Evangeline le sostenía cuanto podía, tardo unos segundos, más una vez vuelto en sí, con su otra mano libre y la ayuda de ella, consiguió subir a salvo hasta aquella plataforma; empero, al ver aquel mecanismo se dio cuenta de que estaban lejos de escapar de aquella trampa mortal
-       El dispositivo no sirve -
-       ¿A qué te refieres? -
-       Es demasiado viejo, todo el mecanismo es inútil, parece que no ha sido utilizado en décadas -
Mas ella no parecía estar convencida de ello, y vislumbrando aquella espada que alguna vez su padre le había dado le dijo
-       Dame tu espada -
Él sin embargo sabía que ello era el último recuerdo que tenia de su padre, pero también era lo más le recordaba las penurias que había atisbado y la cadena perpetua de una interminable pesadilla… pero era quizás lo único que podía salvarles en aquel momento de una lamentable muerte, y entregándosela espero haber tomado la mejor decisión. Ella tomo la espada, y con un poco de dificultad la clavo sobre aquel mecanismo, esperando que fuese lo suficientemente fuerte como para ponerle en funcionamiento
-       Necesito tu ayuda aquí -
E inmediatamente comenzó a tirar con todas sus fuerzas, mientras poco a poco se veían rodeados por aquella lava, más aquel mecanismo parecía no moverse en lo más mínimo, al tiempo que todo el salón se hacía ruinas; después de unos minutos poco a poco aquellos anillos comenzaron a oscilar más y más rápido, mientras aquella plataforma ascendía con igual rapidez, tanto que incluso terminaron abrazados por temor a estrellarse contra el techo, sin embargo cuando el mecanismo se detuvo, se encontraban en otra sala, esta vez redonda y totalmente hecha de cristal. Aquel joven inspecciono exhaustivamente cada rincón, tras unos minutos visualizo una enorme puerta hecha igualmente de cristal al otro lado del salón y a su lado un par de enormes guardias de cristal, mas al intentar acercarse aquellos guardias bloquearon la puerta con sus enormes lanzas mientras decían
-       ¿Quién eres? -
-       Necesitamos atravesar esa puerta, ahora -
-       Imposible, nadie puede salir… -
-       Deber pasar una prueba primero -
-       ¿Una prueba? -
-       ¿Qué clase de prueba? -
En ese momento ante sus palabras, aquel guardia levanto levemente su gran lanza y golpeándola contra el suelo, de aquellos muros de cristal emergieron una serie de criaturas de pesadilla que ella nunca había visto, mas él las conocía bastante bien. Él saco aquella espada dorada y se dispuso a hacerles frente mientras ella se mantenía alejada cuanto podía; sin importar con cuanta oleada acabase siempre aparecían más y más, al tiempo que en cuestión de minutos de vio rodeado por un ejército de miles
-       ¿Quién eres? -
-       ¿A que rayos viene esa pregunta? -
-       Soy un guerrero más en busca del árbol -
-       Tú no eres un simple guerrero… Y JAMÁS LLEGARAS AL ÁRBOL -
Al tiempo que todas aquellas criaturas de cristal se hacían polvo, quedando una única criatura de cristal, era grande y de un aspecto tan salvaje que difícilmente se asemejaría a un humano, aquella criatura le dirigió la mirada e inmediatamente una furia le consumió por dentro mientras le arremetía con todas sus fuerzas
-       ¡TU… TE MATARE! -
Sin embargo difícilmente consiguió hacerle algún daño, mientras aquella bestia le arrojaba al otro de la habitación contra uno de los muros de cristal
-       Vamos, termina conmigo, no tengas piedad -
Al tiempo que de los muros se extendían una serie de brazos esqueléticos dispuestos a encerrarle eternamente, más en ese momento los brazos de aquella criatura se quebraron en mil pedazos y Evangeline a su lado con aquella espada rota que les había ayudado a llegar hasta allí le decía
-       ¡Necesitas ayuda! -
-       Tenías las cosas… bajo control -
-       Lo note -
-       Dame esa espada, es hora de terminar con toda esta locura -
Ella le entrego la espada confiando en que no volvería a cometer una locura; mientras aquella criatura regenerando sus brazos recién cortados y con un ensordecedor rugido demoniaco arremetió nuevamente contra él, no obstante esta vez con un leve movimiento de su espada… le corto la cabeza con el menor esfuerzo y lanzando su espada hacia el pecho de uno de aquellos guardias y derrumbándole contra el suelo le dijo
-       No tengo tiempo para más juegos, dejadme pasar ahora -
-       ¿Qué eres tú? -
-       Soy el que salvara el árbol -
-       No puedes salvar el árbol, el destino está escrito… -
-       Tu destino es destruir el árbol -
-       Yo escribo mi propio destino -
Clavando mi espada en la cabeza del otro guardia aun en pie, destruyéndole al instante mientras aquella puerta lentamente comenzaba a abrirse.
Por fin tras inimaginables pruebas y peligros superados habían llegado a la cámara del árbol, era enorme, rodeado de una peculiar agua color dorado, el cual brotaba a chorros de las paredes, todo el salón estaba completamente tallado en oro, y el suelo parecía estar constantemente en movimiento como si se tratase de un enorme reloj, pero debo decir que lo más impresionante se encontraba justo en el centro de la sala, un imponente manzano, cubierto de una luz tan brillante y dorada que termino por atraer la atención de ella con solo verlo…
-       Espera -
Le dijo él tomando su mano
-       ¿Qué haces? -
Más ella se encontraba totalmente cegada por su belleza
-       Evangeline, despierta… -
Sin embargo ella seguía sin reaccionar mientras poco a poco se acercaba cada vez más a aquel árbol. Recordó entonces las últimas palabras de aquel guardián de cristal justo antes de que este le diese muerte…
-       Tu destino es destruir el árbol -
Y pensó que quizás tenía razón, tal vez era la única forma de recuperar a su amada era destruir aquel árbol, por lo que noqueándole y dejándole con ternura sobre los dorados mármoles, lentamente comenzó a acercarse hasta aquel árbol, y con cada paso una vez más aquel orbe comenzó a brillar con una luz brillante azulada mientras cuatro figuras encapuchadas aparecían justo frente a él
-       Bienvenido, guerrero -
-       ¿Quiénes sois? -
-       Somos los guardianes del gran árbol, velamos por su seguridad y el equilibrio eterno -
-       Lo siento, todo eso suena realmente interesante y no quisiera sonar desagradecido… pero… -
-       Buscas salvarla -
-       ¿Cómo lo saben? -
-       Ya había sido escrito, y por lo tanto deberás tomar una decisión… -
-       ¿Decisión? -
-       Destruir el árbol y salvarle... más debemos advertirte que de hacerlo, pagaras un gran precio… -
-       Sabrán muy bien cuál es mi decisión -
-       Muy bien -
A medida que se apartaban del camino y haciendo una serie de extraños movimientos con las manos liberaban el árbol de una especie de sello
-       Esta hecho, el resto descansa en tus manos -
Sin embargo antes de que pudiese acercarse al árbol, escucho una voz familiar que a lo lejos le gritaba
-       ¡Cuidado! -
Mientras una gran sombra se le acercaba rápidamente y agarrándole por el cuello le decía
-       Vaya, vaya… miren lo que encontré -
-       ¡Tú!, ¿Cómo? -
-       Te sorprende verme, acaso pensaste que te dejaría obtener lo que por derecho me pertenece -
-       Deberías agradecerlo a tu pequeña amiga, no habría llegado hasta aquí sin su ayuda -
-       ¿Qué le hiciste? -
-       No te preocupes, juro que no la lastimare demasiado… -
Al tiempo que convertido en una sombra puso sus ojos sobre Evangeline, ella lo miraba con terror intentando inútilmente escapar, mas aquel monstruo le agarro fuertemente del brazo y luego del cuello apretándole con fuerza, mientras él eufóricamente gritaba
-       ¡Suéltala! -
-       Tanto significa esta mujer para ti, te has vuelto débil -
-       ¡He dicho que la sueltes! -
-       Muy bien, como desees -
Lanzándole fuertemente a las profundidades de aquellas aguas, a lo que él desesperado igualmente se lanzó en su ayuda, empero a medida que se sumergía cada vez más podía sentir como su vida lentamente se extinguía, y su cuerpo se hacía polvo. En cuanto consiguió alcanzar a su amada, ya era demasiado tarde su corazón se había detenido, y se encontraban demasiado lejos de la superficie y sin fuerzas suficientes para regresar, al final decidió despedirse con el primero y último beso que quizás podría llegar a darle; mas aquellas aguas terminaron por extinguir la poca vida que le quedaba y mientras era consumido por las sombras, no podía evitar preguntarse si aquello pudo tener un final diferente.
En ese momento sin nada que le detuviese, aquella figura infernal se dirigió hacia el árbol al tiempo que disfrutaba febrilmente de su triunfo, no obstante justo antes de que pudiese poner sus garras sobre sus frutos, una figura obscura y envuelta en llamas negras emergió de las profundidades, llevaba una armadura totalmente negra que le cubría todo el cuerpo, tenía ojos rojos como el fuego y llamas negras
Al verle aquel demonio con un ligero movimiento de sus manos, creo una gran barrera de hielo frente a él, sin embargo esta termino por destruirse ante aquellas llamas negras, mientras este aun confundido le decía
-       Tú… ¿Qué me hiciste? -
Acercándose lentamente, a pesar de los actos desesperados de aquel demonio, ni siquiera el frio hielo, ni el fuego más letal, ni las marionetas de la muerte pudieron detenerle
-       Es imposible, deberías estar muerto -
Mientras de sus manos sobresalían un par de espadas hechas de sangre aparentemente congelada, más ante su primer ataque y sin mirarle siquiera le detuvo en el instante, propinándole una estocada que atravesaba la mitad de su cuerpo, y mientras se alejaba jadeante de dolor lentamente regenerándose no podía evitar repetir las mismas palabras una y otra vez
-       Imposible, solo eres un mortal… no puedes matarme -
Mas ante sus palabras aquel espectro se le acerco rápidamente por la espalda y con su espada alrededor de su cuello le dijo
-       No pareces demasiado convencido… -
-       … estas sangrando como mortal… -
-       ¡Cállate! -
Intentando agarrarle, más este se desvaneció al instante como una sombra, reapareciendo justo frente a sus ojos con su espada atravesándole el pecho, empero aquel demonio tan solo le dedico una sonrisa a lo que le decía
-       Acaso pensaste que sería tan fácil matarme -
-       Soy un liche… un simple mortal no puede matarme -
Alejando poco a poco aquella espada, y desplegando un par de enormes alas, le agarro por el cuello y levantando vuelo le lanzo contra los muros una y otra vez como si se tratase de un títere diciendo a viva voz
-       ¡Este es mi destino! -
-       ¡Con el árbol nadie podrá detenerme! -
Mas sus risas triunfales rápidamente se vieron opacadas tras notar como sus alas eran cortadas mientras caía cual rey destronado a la sombra de aquel árbol
-       ¡Acaso no dijiste que no podías morir! -
Le gritaba aquel joven al ver a su enemigo arrastrándose como una rata hasta el árbol, más él le agarro antes de que pudiese alcanzarlo siquiera y levantándole por sobre sus hombros le lanzo con todas sus fuerzas contra aquel árbol justo antes de atravesar su pecho por última vez con su espada; en ese momento aquella sala comenzó a derrumbarse al mismo tiempo que el cuerpo de aquel demonio se volvía polvo ante sus últimas palabras
-       NUNCA PODRAS MATARME… SOY INMORTAL -
Sin embargo su muerte era solo la cúspide de lo que había desencadenado, al poco tiempo aquellas aguas alguna vez doradas se tiñeron de negro, incluso el árbol término por corromperse, y mientras sus hojas y frutos comenzaban a pudrirse le alegro ver un rostro familiar, era ella, al menos su espíritu. Él al verle intento ocultar su rostro, pues sentía repudio por aquello en lo que se había convertido, mas ella se le acerco y rozándole el rostro con su mano le dijo
-       Está bien, no tienes que ocultarte -
-       Soy un monstruo… no pude salvarte… no pude salvar el árbol, solo sirvo para destruir -
-       No digas eso, no eres un monstruo, eres un héroe… -
Colocando su mano sobre su pecho, ahora acorazado por una negra armadura; acto seguido le abrazo mientras le susurraba al oído
-       … siempre estaré a tu lado, nunca estarás solo -
Poco a poco desvaneciéndose en sus brazos, mientras veía todo a su alrededor reducirse a escombros; se acercó al árbol por última vez y tomando aquella espada observo que esta tenia escrito algo en una extraña y antigua lengua, similar al sello que protegía el árbol; al final ante los primeros destellos del amanecer tan solo desapareció sin dejar rastro cual fantasma, al tiempo que una sílfide de cabellera blanca y una corona de flores sostenía entre sus manos el ultimo fruto de aquel árbol ahora marchito.